Dos emotivos toros de De la Mora ilusionaron a unos seis mil espectadores de que habría un corridón, pero paulatinamente del tercero en adelante el segundo festejo de la Feria de Aniversario de la plaza México se cayó. Leo Valadéz, al cerrar su actuación, de plano desistió del apuntado quite, banderilleo, su fuerte, y al traste con el estoque.

Todo un placentero paseo se ha dado Alejandro Talavante con el que hizo segundo: A ese muñeco bajito y apretado de cuerna le recibió en el tercio con tres lánguidos Lances, dos Chicuelinas y la prolongación en los medios con cuatro capotazos de extensión y suelta de punta con eco coral. Ah que bello prólogo.

Y en la faena, el recreo de elásticos brazos para pasarse la muleta de una mano a otra con magistrales cambios de mano. Su toreo en redondo por ambos lados sellados con Molinete invertido, Arrucinas, Cambios por la espalda y el cierre por Joselillinas. El pinchazo en lo alto no ha manchado el trasteo y en la culminación asestó soberbio espadazo.

Ahora bien el desplome del noble “Fandango” ha sido espectacular, de un bravo astado negándose a caer, mientras el diestro hispano en flexión acariciaba el testuz. Una escena de pintura para enmarcarla, sin importar la negación del reaparecido juez Gilberto Ruíz Torres a sólido premio. Por fortuna el público le llamó a dar la Vuelta al ruedo en estímulo mutuo.

El primer muñeco ha abierto plaza tan emotivo como el que vendría después, pronto de embestida, empuje hacia el caballo hasta abrir puerta falsa y marcando el ritmo de faena. Quite por Chicuelinas de Fermín Rivera y respuesta del banderillero Fernando García al saludar desde el tercio por sendos Cuarteos. Por bajo el inicio y, de pronto el matador salió disparado por los aires al ser empalado.

Convencido de que había toro ha sorprendido con su toreo de mano baja en tandas largas, a diestra y siniestra, en los últimos muletazos y en plena conexión con la concurrencia que jamás dejó de alentarlo y él de corear cada suerte muy al estilo de su tío Francisco Martín Rivera, Curro Cumbre. Y como hundiera el acero a la primera en plena cruz, tras blanqueo vino la Oreja; aplauso al morito.

Barbeando las tablas estuvo el cuarto de la tarde, de pronto apretó y el recurso de bregar tuvo su premio en una Rebolera muy de Remanguillé. Fermín ha compensado la sosería en faena de medios pases con algunos detalles. Lo más extraordinario se quedó en el palco de autoridad, pues tras cuatro viajes más dos con el descabello casi al doblar vino el Aviso. Por motu propio salida al tercio.

Bullicioso de salida estuvo Leo al quitar por Giraldinas, cuartear y sesgar por dentro en banderillas, pero salvo una tanda de Naturales al tercero lo demás carente de eco. Y más con el empleo de aceros. Palmas. Del cierraplaza, rajado y parado, ya descrito al principio vayamos al olvido con el permiso ganaderil, tan mencionado por los aficionados.

Otra dimensión es el quehacer taurino de Alejandro Talavante con esa capacidad de desdoblamiento corporal para sacarse los Pases cuando menos se lo esperan las sorpresas que se llevan a los ojos quienes se han deleitado del momento.