La diferencia, que el chiquillo torero, con su natural frescura de desenvolvimiento en el ruedo causó grata impresión, al ganar una salida al tercio.
Y aunque la pareja sureña tuvo que abandonar el ruedo antes de concluir el festejo, dejaron una loza sobre los hombros de Paulo Campero, que tuvo que pasaportar cuatro novillos de Jorge María, perdiéndose paulatinamente en su desempeño, sin recuperar el hilo de la madeja.
Lupita unicamente se dejó ver ante el genio del abreplaza, que arreaba y derrotaba a diestra y siniestra. En su afán de torearlo a campo abierto, en los medios, se topó con el derrote seco cuando intentaba un segundo derechazo.
El toro hizo por ella y le produjo, además, conmoción y rayón en una pierna; Campero lo culminó de estocada delantera.
Michelito aprovechó la claridad de su primero, sorprendiendo con Verónicas y Media hacia los adentros. Por derecha fue engarzando series, pero a partir de tres muletazos de Tirón, mostró que también por el lado contrario sabe torear.
Cinco Naturales, rematados con Molinete, prendieron coro y cuando añadió los Desdenes a su toreo en redondo y por alto, intensificó el ambiente. La espada no estuvo certera y aun así lo llamaron a agradecer la ovación en el tercio, tras dos avisos.
A partir de aquí la novillada se convirtió en mano a mano.
Salió el segundo, que le hubiera corrrespondido a Lupita, y en medio de un vendabal,
Michelito se andaba salvando del percance, hasta que en un resbalón, fue arrollado y tuvo que pasar a la enfermería.
De nueva cuenta apareció Campero con la espada, para acabar con una media.
Ahora, Paulo, inició impactando con Verónicas rodilla en tierra. Quitó por Gaoneras y salió volando sin consecuencia. Un par de tandas con mano derecha dejaron buen ambiente, no obstante tres viajes con el estoque, que le dieron salida al tercio.
Hasta aquí se vio lo bueno de Campero, vino el segundo capítulo, cuarto que mató por Michelito, quinto y sexto y se fue desdibujando hasta perderse en el silencio.
La salida, en ambulancia, de Lupita y Michelito, recordó la escena de Pedro Infante y Luis Aguilar, doliéndose por la misma causa, esta vez, el toro.