Una Media Verónica abrochada bajó la cintura de saludo tan llena de ebullición señorial fue el prefacio a la profundidad del toreo. En el ruedo se encontraba Jose Maria Manzanares.

No pesaría cayera al salir del puyazo el toro, si el alivio afloraba bajó mando de inspiración: Ayuda que hierbe desde el corazón hasta la muñeca en equilibrio pulsado manteniendo la guinda a Media Altura; no más ni menos. Lo demás se resuelve desde puntos casi exactos que da virtud llamada Sitio.

Cada muletazo iba impregnado en sentimiento capaz de romper hasta los cristales del hilvane que liga y recrea al acariciar lomos de cabeza a rabo entre prolongados Oleees.

Por derecha en recreos circulares y, sobre izquierda al más puro Natural.

Los Cambios de mano por delante ensamblados musicalmente a “La Pelea de Gallos” entre !Vivas!. Emoción en grande otorgada por la calidad emanada de Los Encinos.

Los Recortes en remate: Pinturería de mejor acabado. : El arte mata todo dicho por un mandón llamado Manolo Martínez. Y Aguantando la espada cae baja. No hay trofeos, pero reconocimiento a raudales clarísimo en la emotiva vuelta al ruedo.
Manzanares a lo grande; vuelta en el arrastre al Encinos de apellido Urquidi.

Un honor para dos chavales alternar en Feria con Manzanares en el vuelvo triunfal mexicano.