Federico Pizarro, vestido elegantemente de Charro, le coto una oreja a su primer enemigo, en donde el capitalino estuvo con valor y por encima de su enemigo que presento algunas dificultades, incluso, estuvo a punto de hacer por el torero cuando este se disponía a bregarlo por chicuelinas andantes, ya con la muleta la faena tuvo algunos momentos de calidad y culmino con una estocada en buen sitio. Con su segundo, otro toro con embestida violenta e incierto, Pizarro mostro madurez y lo fue metiendo poco a poco al engaño para obtener algunos pases de buena manufactura que emocionaron al público, al final un estocadón, suficiente para recibir dos orejas otorgadas por el Juez Paco Ramos.
En cuanto a José María Luévano, el hidrocálido salió a no dejarse ganar la pelea, con mucha actitud, le corto una oreja a su primer enemigo, con el que lucio con el percal y logro varios muletazos de calidad, que culminaron con una estocada un tanto desprendida, aun así con petición de la gente se le otorgo una oreja. Con su segundo, un ejemplar con buena presencia y que fue el que mejor juego dio, lució con el percal, rematando elegantemente con una revolera y con la muleta vimos tandas con temple y sentimiento, al final lo que parecía una faena de orejas y rabo termino en solo dos orejas, debido a que aun con una estocada bien colocada, el de Rodolfo Vázquez tardo en caer, teniendo que recurrir al descabello.
Al final ambos diestros salieron a hombros, llevándose una fuerte ovación y el cariño de la afición de Tlaxcoapán, Hgo.