Dirigirá la ceremonia, cediéndole el primer toro al panameño-colombiano Luis Bolivar, en presencia de Víctor Mora.
Humberto trae el aire fresco jaliscience de Autlán de la Grana, donde se le entregaron por completo y abroncaron al juez por no concederle premios, durante la reciente feria, la más importante de las fiestas de carnaval, en materia taurina.

Sus ceñidos lances, armónicos quites, pero sobre todo los Parones, de mando, bosquejaron la pintura en ese lienzo que a base de pinceladas con la muleta, cobró mensaje artístico.
Ante los de San Pablo, junto con “Zotoluco”, apagaron el fuego de pasiones que prendió el hispano Javier Conde, al sentir los “mengues”, demonios, en el calo taurino.

A Humberto lo obligaron a dar la vuelta al ruedo en su primero y cerró con sonora ovación al despedirse; vamos hasta él mismo se sentía extrañado por el trato autlense, pero el pincel expresa.
Es artista por naturaleza; al igual que en sus cuadros crea con el capote, suertes. Ahí están La Florentina y El Jazmín, que se abren como flores al saludo del rocio.

Los toros de Barralva, de encaste español, por el trapío, ya aportan volumen y movimiento para los cuadros; habrá que esperarlos en juego. Y si la inspiración fluye en la plaza, pues a esperar firma, con la pluma de acero.